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Los usos y las costumbres, las tradiciones y los ritos,
además de las lenguas que se practican y se hablan en Africa,
inducen a etnólogos, antropólogos y a otros especialistas,
a concluir que existe un substrato común que permite referirse
a una cultura africana en singular. La profunda realidad que viven
los pueblos africanos, confirma la teoría de los científicos.
Dentro de esta unidad cultural general se presentan, sin embargo,
muchos matices, algunos suficientemente importantes, como para hablarse
de diferencias.
Cultura social
Dentro de la cultura bubi, la condición
de mujer no excluye el derecho a la herencia, a ostentar cargos
en los distintos niveles familiar, político y religioso.
Sin sacarle la importancia que se merecen estos temas, nos centraremos
hoy en el matrimonio bubi.
Para casarse, los bubis tenemos un proceso que se divide en tres
fases:
1. ö bötako;
2. ë saha;
3. ë aupala a baka.
1.- Ö Bötako. Podemos subdividirlo
a su vez en tres etapas:
a. El encuentro.
b. La delegación de la familia del hombre y ;
c. La delegación de la familia de la mujer.
El encuentro.
Un hombre encuentra a una mujer que le agrada; lo que hace es acudir
a sus padres para comunicarles sus sentimientos. A su vez éstos
van a manifestar a la familia de la doncella dichos sentimientos
y la intención de contraer el matrimonio.
La delegación de la familia del hombre.
Los padres del futuro novio tratan el tema con escasas personas
de la familia, la cual escoge a dos de sus miembros, no necesariamente
los padres, con el objetivo de ir discretamente hacia la familia
de la mujer. Se llevan, al menos, dos litros de bahu (vino de la
palmera) en un envase de calabaza (deho). Los visitantes explican
el motivo de su viaje y entregan las cosas que han traído
y regresan. Aquel día no hay respuesta alguna de parte de
la familia de la futura novia, por dos razones básicas: la
primera es que la contestación no puede ser verbal y, la
segunda, porque los hijos, en la sociedad bubi pertenecen a los
tíos, los cuales deben estar necesariamente informados, antes
de tomarse cualquier decisión.
La delegación de la familia de la
mujer. Tras dejar transcurrir un cierto
tiempo, a veces unos días, otras algunas semanas incluso,
la familia de la pretendida envía, a su vez, a dos personas
a la casa del pretendiente para expresar su voluntad. En esta visita,
si la familia de la futura esposa devolviera ë deho ( envase
de calabaza) con el que la familia del hombre se llevó la
bebida (bahu), significa que aceptan. Por el contrario, si no aparecieran,
significaría que no están de acuerdo.
2.- Ë Saha. Asegurado
el sí, las dos familias se ponen de acuerdo en la fijación
del día del inicio oficial del noviazgo. En la fecha así
establecida, un grupo de personas de la familia del que va a ser
el novio se desplaza hacia la vivienda de los padres de la amada,
en un cortejo que manifiesta su alegría a través de
las canciones tradicionales, el baile, etc. Desde aquel día,
el hombre queda autorizado legalmente a ir de paseo con su pareja,
son ya novios oficiales.
3.- Ë Au-pala a baka. Es
la fase final y con ella se cierra el proceso con la celebración
oficial del matrimonio. Algunos meses después de ë saha,
previa comunicación a la familia de la novia, se fija la
fecha de la ceremonia nupcial. En dicho día el novio, acompañado
de sus padres, parientes y amigos, se dirige a la casa de su novia,
llevándose unas importantes cantidades de comida y de bebida,
con las que organizar una fiesta solemne.
Poco tiempo después de la ceremonia
de la boda, la familia de la esposa decide llevar a su hija a la
casa de su marido, trayéndose también abundante comida
y bebida para dar una fiesta grande.
A la recién casada, sus familiares
le hacen regalos basados esencialmente en los utensilios para el
hogar, es a baka que concluye así el proceso matrimonial
en la sociedad bubi tradicional.
Hoy en día la mayoría de los
jóvenes bubis no respetamos el matrimonio, según nuestra
cultura; lo hemos convertido en una simple convivencia, porque creemos
que con la mayoría de edad, de acuerdo a la cultura occidental,
podemos hacerlo todo a nuestro antojo. No solemos disponer casi
siempre de una mínima información sobre el compañero
y/o la compañera y, menos aún, de su familia. Esta
manera ligera es, sin duda, una de las principales causas de muchas
separaciones con graves consecuencias sobre los hijos.
La mujer bubi, principal depositaria de nuestra
cultura, debe rechazar desde el principio este tipo de relación
no legitimada ni legalizada por la tradición. No podemos
ser modernos sin antes ser nosotros mismos. Por tanto, volvamos
a nuestra cultura.
Cultura
jurídica
E ëttë (ley) tiene dentro de la
sociedad bubi dos acepciones. La primera significa una regulación
conocida por los miembros de una comunidad. La segunda se refiere
a cualquier autoridad. En esta disertación, trataremos de
la primera significación; es decir, ë ëttë
como ley.
E ëttë tiene su orígen en
la vivencia de la comunidad, en su experiencia secular (i djeen
y’ëria, ë vë’nno y’ëria).
En otras palabras, la ley viene de la costumbre. Aquí exceptuamos
las leyes religiosas de las que una gran parte tienen orígen
espiritual.
El objetivo de la ley (ë da ë ëttë)
es crear y preservar la paz y la armonía (ë joa-joa)
entre los hombres (a ve’djö), la naturaleza (ö ridjo)
y los espíritus (ö vivó) y permitir así
el desarrollo y el bienestar de la sociedad ( ö wuelalele wu’ëria).
El pueblo bubi hizo leyes (vi ëttë) sobre el ser humano
( ö vödj’öridjö) tanto vivo como muerto,
la producción y su distribución, la guerra, la reconciliación,
la religión, etc. La ley es proclamada como tal, tras la
aprobación no de una sola persona (vö chugu), sino de
un consejo de ancianos (va itta). La verdad es que a este nivel,
todavía no se puede hablar de ë ëtte. Para avanzar
en el proceso, el jefe (ö vuchugu) y su consejo de sabios (a
va itta), debe convocar al pueblo en asamblea (öpa ëria)
y explicar a los jefes de familia ( ë vichué ya vaooe),
a los mayores (a vololö), a los jóvenes (ë sesebe)
y demás participantes, la necesidad de la ley en el dominio
del que se trate. La participación no se basaba en ninguna
discriminación por el sexo; sólo que, para que una
jóven pueda tomar parte de la asamblea (ë öpa)
debe estar ya casada (a o varo). Y para el muchacho, debe haber
completado (ë vi ëga yai); es decir, cazar/pescar, sembrar,
identificar su espíritu patrocinador (ö mmó e
vöörö) y haberle homenajeado (vösi-o).
Las explicaciones del consejo (a va itta) pueden durar varios días,
siempre que éstos no sean consecutivos, para que continúen
las discusiones en la comunidad en ö riösa, ë riebapua,
etc. El pueblo (ëria) puede aprobar la ley, pero será
todavía provisional. Para que sea definitiva, el consejo
de ancianos, ampliado a más miembros de la asamblea (ë
öpa ë ria), designados por la misma, van a consultar a
los espíritus, para saber si es una buena ley (ë ëttë
e ee) la que había tomado el pueblo. Normalmente los espíritus
confirman la ley (ë ëttë) y, a veces, completan o
suprimen algunas disposiciones prácticas en su aplicación.
Esta consulta cierra el proceso y la ley (ë ëttë)
tiene ya fuerza, entra en vigor.
El carácter multisecular de la tradición,
la legitimidad del consejo de ancianos, la participación
popular y, sobretodo la intervención de los espíritus,
confieren a la ley bubi, un poder poco igualado en otras culturas.
A pesar de ello, cada ley (e ëttë) contempla lo que debe
hacerse en caso de que un miembro de la comunidad la imcumpla. Así
aparecen las sanciones cuya ejecución nunca requiso un aparato
coercitivo, ya que cada violador de la ley, sabe que debe cumplir
la pena que recae sobre él por su transgresión. Es
una sumisión a la ley que es cultural en la sociedad bubi.
Tradicionalmente hay varios tipos de sanciones:
las que podemos llamar corporales y las que denominaríamos
espirituales. Las primeras suelen ser siempre una tortura física
que podría ir desde la amputación de una mano (robo,
adulterio, etc.) hasta la flagelación (denegar la ayuda,
mentir...) Las espirituales, actúan sobre el alma del transgresor
y pueden abarcar con frecuencia a hijos, nietos, etc. Son las más
temidas y, dentro de esta categoría, se incluyen: ë
bëta, ë guidji, o jëkia, o nga, etc.
En la sociedad bubi, el cumplimiento de la
sanción en sí no es capaz de restablecer la armonía,
la paz. Por ello, en el momento de ejecutarse la pena o poco tiempo
después, es imprescindible que el infractor muestre claramente
su arrepentimiento, único acto capaz de borrar el mal que
ha hecho. Así comienza el proceso de reconciliación.
La reconciliación
En la cultura bubi, existen varias clases
de reconciliación: la que se hace entre dos personas que
se han ofendido mutuamente o que una haya faltado a la otra (ruaango).
También si una persona ha pronunciado (o uba) e bëta,
se debe necesariamente llevar a cabo el proceso específico
de reconciliación denominado o vëdula. Igualmente se
impone una reconciliación, cuando alguien hubiera adoptado
una actitud o conducta irrespetuosa con un espíritu. Así
mismo la reconciliación es necesaria para restablecer la
armonía con la naturaleza, como purificar donde ha caído
un rayo, se haya matado y/o asesinado a alguien (o ngura). En cualquiera
de estos tipos de reconciliación, existen las personas tradicional
y espiritualmente autorizadas para llevar correctamente los diferentes
procesos a que hubiera lugar. El grado grado de complejidad de los
mismos, guarda relación con la transgresión cometida.
De manera general, las sanciones espirituales exigirán siempre
complicados procedimientos de reconciliación.
Ahora bien, volviendo a la reconciliación con la naturaleza
(o ngura), la ceremonia debe realizarla un/a vö ëlo ëlo/aam,
también puede el espíritu designar a un siervo (e
lodji). Cuando se trata del ruanngo, un mayor (vödjö völölö),
un siervo (e lodji), una autoridad (vö itta), puede llevar
a buen término la reconciliación, dependiendo del
caso. Si es a nivel familiar, puede también intervenir el
jefe de la familia (ë chue ë riooe). La presencia de estas
personas no riñe; es decir, pueden encontrarse todas ellas
en un acto de reconciliación.
La reconciliación en la sociedad bubi
no es un acto de arrogancia ni menos aún un motivo de humillar
al transgresor. Es una necesidad de vida, de paz y de armonía.
La persona contrita es abrazada, aplaudida, reconocida, respetada
( e tobelo ri’mmo). Se le anima a volver con determinación
sobre las nuevas bases, aquellas sobre las que se encontraba y que
nunca debió abandonar.
En la comunidad bubi, la ostentación
de un cargo pasa necesariamente por un proceso de reconciliación
del responsable, es una garantía de honradez (a chit’erojala
a logo vi-o l’eria) y uno de los parámetros de legitimidad
más importantes.
Cultura religiosa
Véase los dossieres de culturas del
mundo del Centre UNESCO de Catalunya (versiones catalana e inglesa):
www.unescocat.org/cultmon
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